Fra Pablo
[ Fra Pablo es el capellán de los peregrinos de lengua español en Medjugorje]
Hay un plan de Dios de rescatar a su criatura y tenerla con Él; de abrir nuestros ojos espirituales, que se cerraron por el pecado original y que el pecado del mundo junto con nuestro propio pecado, agranda y provoca heridas nuevas. Aquí –en Medjugorje- parece que todo el programa de La Virgen está en función de abrir esos ojos espirituales para que podamos “ver” espiritualmente a Jesus, verle con el corazón. Que podamos encontrar la vida renovada en Él ya aquí en este mundo, encontrar realmente el camino para poder tener la luz; la luz del Espíritu Santo que nos ilumine y nos ayude a caminar nuestra vida terrenal sin perdernos entre tantos engaños.
Bueno, les comparto eso, y también la necesidad de morir a nosotros mismos, de no creer que lo sabemos todo. Venir a Medjugorje no es decirse uno mismo: “a bueno yo soy Medjugoriano. Yo soy Mariano. Yo rezo el rosario y lo guio en la parroquia en donde estoy…”. No. No sabemos hacerlo. Y La Virgen en muchas ocasiones nos lo recuerda en sus mensajes.
La Virgen nos pide hacerlo con los ojos y el corazón y los oídos del Espíritu, y eso es un camino, que se desenvuelve y se va transitando a lo largo de la vida. No es un punto de llegada. Es un camino de toda la vida que nos va transformando, nos va haciendo nacer de las cosas de lo alto, nos va haciendo nacer de nuevo.
Ese camino es para todos, independientemente de que uno pueda decir: “recibí el bautismo y eso nos da el Espíritu Santo”. Sí, pero yo tengo que dejarle transformarme. Y La Virgen aquí nos está ayudando a vivir los sacramentos con el corazón, a vivir la Palabra de Dios con el corazón, a dejar que las gracias que el Señor nos da a través de todo lo que nos dejó en la iglesia, nos transforme.
Medjugorje es como el búnker de La Virgen, en tiempos que parecen volverse cada vez más oscuros, de mayor confusión, de mayor ceguera, -incluso dentro de los terrenos de la fe- donde la fe se ha vuelto tan racionalista, donde nos hemos alejado mucho de experimentar lo que profesamos, de sentir lo que decimos y vivimos.
Aquí pareciera que está el puerto, donde la Virgen ha encallado su Inmaculado Corazón, como el Arca, para que nos refugiemos, para que bebamos, para que aprendamos, para que aprendamos a nutrirnos de los alimentos que Jesús nos ha dejado.
Nos está educando en toda una metodología, quizás muy diversa a la que nos educan las cosas del mundo, las cosas mundanas, y uno desde acá luego puede volver a ese mundo hermoso y maravilloso que creó Dios, disfrutándolo desde otro lugar.
Aquello que dice La Virgen: “que la oración se transforma en gozo”; el Rosario se transforma en goza del alma cuando uno realmente puede de su mano ir aprendiendo a orar con el corazón, y sentir la presencia de Ella cuando uno reza.
Ella [La Virgen] me ha ayudado, me ha rescatado, me ha enseñado a sentir a Jesus cuando no lo sentía, y a sentirla a Ella. Eso sí: No siempre; porque no somos máquinas. A veces uno reza muchos Ave Maria’s y esta duro como un corcho, pero bueno, ahí entre medio de la dureza a veces el corazón percibe, siente una presencia, siente paz, y ahí uno se encontró con Ella… pero hay que generar la situación. Hay cosas que no ayudan, que muchas veces tenemos por costumbre, y a las que tenemos que renunciar.
Si nosotros vamos ahora a tomar un café y no nos sentamos a escucharnos, y a hablarnos con tranquilidad, como nos dice Ella en un mensaje –siempre lo digo esto porque a mi me a ayudado mucho– que las palabras la pronuncie el corazón… Si yo no procuro eso, y de pie nomás nos tomamos el café rapidito, pues no nos encontramos; Esa situación no nos ayuda a encontrarnos.
Esto también lo digo mucho a la gente porque es el consejo que yo he aprendido: como cuando uno aprende a andar en bicicleta, no estás haciendo un curso, una cátedra para ver como hago para hacer equilibrio. Te subes arriba de la bicicleta y empiezas a andar esforzándote en hacerlo, sin saber bien qué es. Un día, te sorprendes haciendo equilibrio y no sabes que hiciste. De la misma manera, debo esforzarme por intentar pronunciar las palabras con el corazón, tomando el tiempo que me permita hacerlo, y no como ese cafecito de pie y rapidito que no ayuda a encontrarnos. Nuestro encuentro con Dios en el corazón era natural, se ha roto por el pecado. Hay que intentar pronunciar las palabras con el corazón y un día uno se va a sorprender sintiendo la presencia de Jesus en el corazón. No sé ni cómo ni cuándo, pero sucederá; pero si no generamos lo mínimo necesario y no descartamos lo que de antemano no ayuda al encuentro, entonces eso no va a pasar seguro, seguro.
A veces no es tan importante grandes meditaciones, 5 páginas de meditaciones, sino ser consciente que le estoy hablando a mi Madre, que me está escuchando, que recoge cada rosa en su mano y que le interesa lo que me pasa en mi corazón y a la que necesito encontrarla. Por ahí es eso lo que yo necesito decirle, “Ayúdame a poder encontrarte en este Rosario. Necesito sentirte aunque sea en un Ave Maria. Dame la paz. Llévame a Jesus, que lo pueda sentir en mi corazón, que este Rosario me de paz, que pueda sentir la presencia de Jesús Vivo, hazme crecer en la fe.”
ELLA dice que oren hasta que la oración se transforme en gozo. Nunca puede transformarse en gozo [diciéndolo con una velocidad muy rápida] “DiostesalveMariallenaeresdegracia…” Es una metralla. Es una tortura. Una misa de 20 minutos así a la carrera (zoom zoom zoom zoom) nunca puede ser gozo, si no me doy tiempo de gozar de Jesus. Y si no tenemos tiempo para gozar de Jesus y de la Virgen pues apaguemos la luz y vámonos. No podremos orar con el corazón así.
No podemos pensar que somos mejores que Pedro, que Judas, que todos lo que lo tuvieron al ladito, y que sin embargo, por ejemplo Judas, no le abrió el corazón para sentirlo, para aprender a sentirlo amigo y lo traicionó.
No es tan fácil orar con el corazón porque no lo tenemos preparado. El mundo nos prepara para un corazón duro, egoísta, cerrado, materialista, de medios perfiles y no de rostros enteros, de perfiles de facebook, de comunicarnos cosas aparente pero no de tener el tiempo de decirle las cosas desde el alma, de decir las cosas, a veces, por cumplimiento.
A mí me ha marcado mucho ese mensaje de orar con el corazón porque era lo que me preocupaba a mí con lo que yo hacía en mi vida, pero al principio me obsesionaba, me torturaba, ¿y qué quiere decir? ¿Cómo hago? ¿Con que lo pronunció? ¿Cómo hago para orar con el corazón?
Si me pregunto: ¿Como escuchas una melodía que te gusta? Te sientas e intentas ahí, y escuchas, dejas que las melodías penetren y lleguen a tu corazón. ¿Es más sencillo, pues es lo mismo, no? Le hablo así, cara a cara, y para eso nos ponemos imágenes para sentir que hay una presencia delante, así, convencido de que me estás escuchando, que estás ahí. Que le hablo a La Virgen y Ella me escucha, me mira, recoge cada palabra, y la escucha como por primera vez… porque así lo es. Porque así una Madre escucha un “te amo” de su hijo, siempre nuevo,… porque no se dice como metralla, sino que se siente. Tenemos que aprender a amar a La Virgen María, a Ella, su personalidad… Y su personalidad se esconde en sus Mensajes. Y tenemos que enamorarnos de Jesús, de su personalidad… y su personalidad se esconde en La Biblia.
Claro, ahí Tengo que poner mi fe en práctica de manera concreta. “¿Me estás escuchando. Cómo vas estar ahi?” Ahí se pone también en juego de verdad mi fe, “Cómo es que me vas escuchar a mí con tantas personas que hay en el mundo, pero puedes escucharme a mí y escucharnos a todos a la vez, y vas a tomar mi AveMaría ahora en las manos.” En ese momento no importa tanto el sentido teológico del Inmaculado Corazón para que yo le diga eso a La Virgen, lo que quiere es que yo aprenda a sentirla mi Madre, que me mira con sus ojos misericordiosos, que me escucha, que ora por mí, y que me hace nacer a las cosas de lo alto.
Mensajes de la Reina de la Paz en Medjugorje – 25/08/1997
La Reina DE LA PAZ
“¡Queridos hijos! Dios me da este tiempo como un don para ustedes, para poder enseñarles y guiarlos por el camino de la salvación. Ahora, hijitos, no comprenden esta gracia, pero llegará pronto el tiempo cuando añorarán estos mensajes. Por tanto, hijitos, vivan todas las palabras que les he estado dando durante este tiempo de gracia y renueven la oración, hasta que la oración se convierta en gozo. Invito especialmente a aquellos que se han consagrado a mi Corazón Inmaculado para que lleguen a ser ejemplo para los demás. Invito a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas a rezar el rosario y a enseñar a rezarlo a los demás. El rosario es para mí, hijitos, algo especialmente querido. Mediante el rosario abran su corazón y así los puedo ayudar. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”